Meddler - 【Delusions】

Son las siete y media de la noche y Ludwig no ha vuelto. Recibí su llamada minutos antes excusándose de que llegaría tarde a causa del trabajo, pero se escuchaba ansioso, como si algo o alguien lo estuviese apresurando a colgar.

¿Es tu amante quien te apremia a regresar?

Escuché una voz femenina en ese momento. Ahora que lo pienso, ¿por qué se decidió a juntarse conmigo?

Tomo una chamarra y salgo en dirección a la estación sin siquiera cuestionarme ya los motivos de esa persona. Su voz aún retumba en mis oídos y esa risa tan seductora... ¿acaso me sentía tentado?

No, qué estupidez. Sólo iba a buscar lo que me pertenecía y si ese tipo planeaba algo truculento, me encargaría enseguida de ponerle un alto.

Cierro los ojos mientras voy de camino, dentro del vagón y dormito unos cuantos minutos, escuchando las suaves conversaciones ajenas más por afán de entretener mi mente que cualquier otra cosa. Es inevitable percatarse del regaño de un chico por parte de su padre pero finalmente, pese a los gritos e insultos tal hecho no era asunto de nadie más que de los involucrados. Abro un ojo espiando un rato dicha conversación a sabiendas de que podrían darse cuenta, pero parece que ambos están muy ensimismados, sobretodo el muchacho que mantiene una mirada perdida clavada en el piso, mientras que el hombre continúa con su serie de argumentos exagerados.

Me sorprende que el chico no diga nada en su defensa; cualquiera no lo pensaría dos veces para ponerse de parte del adulto, pero yo me pregunto qué será lo que supuestamente hace mal el niño y por qué su silencio.

¿Es culpa?, ¿aceptación? ¿o simple desinterés?

Sé que no debo hacerlo pero por curiosidad doy un “vistazo” a su corazón y lo que hay ahí me deja sin aliento: un corazón completamente lleno de oscuridad, pero… es una oscuridad que viene de otra parte, no de él mismo.

Mi conexión se pierde bruscamente cuando ambos individuos se ponen de pie y salen del vagón, coronando ese instante con la sonrisa siniestra del muchacho hacia mí, como si se hubiera dado cuenta de lo que había hecho.

 —“Ese hombre no dudará mucho” —pensé adivinando lo que sucedería con ellos. Pero, nuevamente, eso no tenía nada que ver conmigo.

Cada quien cava su propia tumba.

Al bajar en la siguiente estación no me demora demasiado llegar al sitio acordado en la llamada, donde la calma pronto inunda el escenario con un suave viento murmurando entre los árboles, levantando apenas en caricias el polvo de los escombros que aún estaban en el terreno. Miré a mi alrededor como un felino al acecho pero no parece haber nadie cerca.

—Debió ser una broma de mal gusto —murmuro tras chasquear la boca, sin la paciencia necesaria para esperar ni un minuto más. Me doy la vuelta con toda la intención de ir a tomar el tren de regreso, pero al dar apenas tres pasos, siento un escalofrío en la espalda que me detiene en seco.

—¿Ya te vas?

Esa voz de nuevo. Mirando hacia atrás para ver de quién se trataba me encuentro con la mirada impetuosa de un hombre muy alto que sobrepasa el metro ochenta, con gabardina blanca, adornado por las luces de la zona tan delicadamente que lucía sobrenatural.

—Tú eres el de la llamada me imagino.

Había algo raro en ese sujeto (sin tomar en cuenta su mirada casi etérea). Como era habitual en esas situaciones de reconocimiento, intenté leer su alma tal cual había hecho con el muchacho del vagón pero me fue imposible… como si este hombre estuviera bloqueando mis habilidades.

—Sí —respondió con una sonrisa, a sabiendas de algo más que yo ignoraba.

Aparté la mirada de golpe reprochándome a mí mismo por haber fallado en una tarea tan sencilla pero la mirada constante sobre mí no me dejó esquivarlo por mucho tiempo.

—Tenía muchas ganas de conocerte.

—¿Conocerme? —lo observé con incredulidad creciente— ¿nos hemos visto antes?

Él se acercó despacio y sentí el impulso de echarme a correr, no obstante pude controlarlo lo suficiente como para quedarme inmóvil, incluso cuando me tomó de la barbilla para alzar mi rostro.

—No lo sé…

Su mirada se tornó cada vez más extraña; enigmática, profunda, dura, pero no lastimaba. Era una mezcla de fuerte temple y espíritu indomable junto con una profunda tristeza y anhelos indescifrables.

—Jum… no sé qué estés pensando pero sólo vine por mi teléfono, así que dámelo.
—Aún no.
—¿Cómo que aún no?

Un abrazo suyo me tomó desprevenido y mi demanda se volvió silencio. ¿Qué demonios quería este? Traté de separarme lo más que pude pero tenía una fuerza descomunal.

Diciendo que no sabía si me había visto antes y ahora esto… ¿estaba loco?

—Oye, suéltame… ¡no estoy para juegos! Además yo ya tengo a alguien.

"Alguien"… después de todo lo sucedido es lo primero que se me viene a la cabeza. Aún ahora me pregunto por qué me volví tan inseparable de una persona que no deja de retar constantemente mi superioridad.

—Eso ya lo sé…

Su voz suena casi resignada, eso me obliga a dejar de forcejear y comenzar a ver las cosas con un poco más de calma, o al menos con la cabeza más fría.

—¿Entonces qué quieres?
—Sólo… no quiero que me odies.
—Pero por qué voy a odiarte —le pregunto sin acabar de entender su inusual comportamiento. Su tono, su voz, todo no lo entendía y sin embargo era como si en el fondo comprendiera lo que estaba pasando aunque no fuera consciente.

—Esperé mucho tiempo para conocerte, Yami…

Su aroma es uno tan embriagante que nubla mis sentidos haciéndome perder la noción de la realidad y haciéndome olvidar lo extraño de que sepa mi nombre. Tanto que ni siquiera me inmuto cuando este me robó un beso que me arrancó un suspiro.

—Ah… basta… déjame ya…

No podía, no quería traicionar a Ludwig, pero este hombre estaba tentándome demasiado y yo no hacía nada para evitarlo. Su mirada se sentía tan invasiva, cargada con el dolor ajeno, el temor del rechazo, el anhelo ferviente de la aceptación. Tan parecida a la mía.

—Sólo quiero estar contigo… ¿qué puedo hacer?

Desesperación… una que llegó en forma de besos agresivos contra mis labios, mi cuello… y poco a poco se tornó en mordiscos que lejos de doler, me provocaban un placer indescriptible. Parecía querer devorarme entre esa pasión y de algún modo lo hizo cuando provocó en mí ese sopor delicioso.


Aunque tal vez nunca repetirá porque
Estaba esperando reencontrarme la manera de enmendarlo
En la nada de la noche te encontré
Mi corazón desesperado sólo pertenecería a ti.

El reloj ha cambiado de estación y ya...
No queda más que aquel recuerdo de un calor que me provoca
La iniciativa rezagada de amor
No habrá momento que no anhele uno sólo de tus besos.

0 Comentarios

Follow Me On Instagram