No se trata de ver quién es el más fuerte o el más débil. Nada justifica el hecho de lastimar al otro. Lo que ha pasado, pasado está.
La mujer que escapaba de Sodoma y Gomorra miró hacia atrás y fue convertida en estatua de sal. No dejaré que mi pasado y el de otros agrie mi corazón.
Ha sido difícil este camino, pero nadie me ha enseñado más como tú. Nunca imaginé que el terror de perderte pudiera ser tan grande e intolerable, nunca pensé cometer una locura por amor. Porque desde que te conocí, yo buscaba ayudarte, aún con sólo escucharte; eras mi amor platónico, casi idealista y poco después de volviste algo más cercano, podía tocarte con mis manos, abrazarte y besarte, podía reír contigo, podía sentirme completo, olvidarme de todo lo malo, hacerte olvidarlo a ti. Mi felicidad radica en la tuya. Tu sonrisa me alegra aunque haya estado triste.
Yo no quiero que estés sola ni tampoco quiero alejarte de las personas. Si yo soy la razón de tu infelicidad, me alejaré entonces, pero no voy a rendirme tan fácilmente, y no hablo de rendirme ante ti, sino rendirme ante mí, ante mis propios demonios.
Yo no puedo dejar que eso pase, aún si tengo que desaparecer para que tú seas feliz, lo haré con gusto. Pero antes de pensar así, antes de sentirme desesperanzado voy a luchar por ti, por tu felicidad, la de mi princesa, la más noble que he encontrado en mi existencia.
No puedo dejarte sola, jamás. No lo haré.
No te defraudaré.
La mujer que escapaba de Sodoma y Gomorra miró hacia atrás y fue convertida en estatua de sal. No dejaré que mi pasado y el de otros agrie mi corazón.
Ha sido difícil este camino, pero nadie me ha enseñado más como tú. Nunca imaginé que el terror de perderte pudiera ser tan grande e intolerable, nunca pensé cometer una locura por amor. Porque desde que te conocí, yo buscaba ayudarte, aún con sólo escucharte; eras mi amor platónico, casi idealista y poco después de volviste algo más cercano, podía tocarte con mis manos, abrazarte y besarte, podía reír contigo, podía sentirme completo, olvidarme de todo lo malo, hacerte olvidarlo a ti. Mi felicidad radica en la tuya. Tu sonrisa me alegra aunque haya estado triste.
Yo no quiero que estés sola ni tampoco quiero alejarte de las personas. Si yo soy la razón de tu infelicidad, me alejaré entonces, pero no voy a rendirme tan fácilmente, y no hablo de rendirme ante ti, sino rendirme ante mí, ante mis propios demonios.
Yo no puedo dejar que eso pase, aún si tengo que desaparecer para que tú seas feliz, lo haré con gusto. Pero antes de pensar así, antes de sentirme desesperanzado voy a luchar por ti, por tu felicidad, la de mi princesa, la más noble que he encontrado en mi existencia.
No puedo dejarte sola, jamás. No lo haré.
No te defraudaré.
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